¿Por qué sigo recordando con dolor algo que pasó hace años? ¿Por qué ciertas heridas regresan aunque pensé que ya estaban superadas? Si alguna vez te has hecho estas preguntas, este artículo es para ti, para que puedas reconocer y comprender esas emociones que persisten, no para quedarnos en el dolor, sino para integrarlas a nuestra historia y caminar con mayor libertad emocional.
Hay experiencias que, aunque cronológicamente lejanas, parecen seguir vivas en nosotros. Momentos que dejamos atrás en el calendario, pero no en la mente ni en el corazón. Son esas emociones que vuelven —o que quizá nunca se fueron— y que se activan cuando atravesamos una nueva crisis, cuando una situación nos recuerda, incluso sin quererlo, aquello que dolió.
En el consultorio, es frecuente escuchar frases como: “No entiendo por qué esto me afecta tanto si ya pasó hace años” o “Pensé que ya lo había superado”. Estas reacciones no son debilidad ni exageración; son parte de un proceso psíquico donde lo no elaborado sigue buscando su lugar. A veces se manifiesta en tristeza, otras en ansiedad, en reacciones impulsivas o en un malestar difuso que no sabemos explicar.
Por qué regresan las heridas emocionales
En psicoanálisis se habla del retorno de lo reprimido y de la repetición para describir cómo ciertas vivencias y emociones, que en su momento no pudimos procesar, vuelven de maneras distintas. Puede tratarse de duelos no elaborados, traumas de la infancia o situaciones que dejamos sin cerrar.
Por ejemplo, alguien que perdió a un ser querido de forma repentina puede revivir una sensación de abandono cada vez que una persona importante se aleja de su vida. O alguien que vivió burlas en la escuela puede sentir un miedo intenso al hablar en público en su vida adulta.
No se trata de que “el pasado nos persiga”, sino de que sigue vivo en nosotros y se filtra en la forma en que nos vinculamos, decidimos y sentimos.
Cuando una nueva experiencia toca fibras similares a aquellas que fueron dolorosas, nuestro psiquismo reacciona como si estuviera reviviendo algo antiguo. Es como si un capítulo aparentemente terminado se reabriera, no para atormentarnos, sino para recordarnos que todavía hay algo por revisar.
Más allá del “superarlo”
La cultura de la inmediatez nos impulsa a “pasar la página” rápido, a dar vuelta al dolor con frases como “Ya fue”, “Tienes que ser fuerte” o “Hay que seguir adelante”. Sin embargo, los procesos emocionales profundos requieren tiempo, paciencia y un trabajo interno que no siempre es cómodo.
Por ejemplo, una persona que terminó una relación conflictiva puede escuchar consejos como “Ya déjalo atrás”, pero cada vez que intenta iniciar una nueva relación, siente temor y desconfianza porque las heridas aún no se elaboraron.
En la clínica se observa que, cuando las emociones antiguas son escuchadas y elaboradas, dejan de irrumpir de manera abrupta. El objetivo no es olvidarlas ni “borrarlas”, sino integrarlas a nuestra historia para que dejen de tener un peso inconsciente sobre nuestro presente.
Herramientas prácticas para sanar el pasado
Sin caer en soluciones rápidas ni en fórmulas de autoayuda, hay maneras profesionales de empezar a trabajar con esas emociones persistentes:
- Espacio de palabra: Reservar momentos para hablar con un profesional que pueda escuchar sin juzgar, ayudando a encontrar el sentido de lo que vuelve.
- Reconocer las señales: Identificar cuándo una emoción actual tiene raíces en algo vivido antes.
- Permitir la repetición consciente: En lugar de evitar los recuerdos, acercarse a ellos con cuidado, para comprender qué buscan comunicar.
- Tiempo y continuidad: La elaboración psíquica es un proceso que se fortalece con constancia, no con intervenciones esporádicas.
Cuidar nuestra salud mental implica también cuidar los capítulos no cerrados de nuestra historia. Solo así el pasado deja de hablar a través del dolor y empieza a hacerlo desde la comprensión.
Ejemplos cotidianos de cómo el pasado sigue presente
- Una persona que sufrió un accidente de tránsito evita manejar o siente miedo intenso cada vez que escucha frenos bruscos en la calle.
- Alguien que creció en un ambiente donde fue constantemente criticado puede sentir inseguridad en el trabajo, aunque hoy reciba reconocimiento.
- Una discusión fuerte en la infancia puede hacer que, de adulto, se tema al conflicto y se evite expresar desacuerdos.
- Quien vivió una ruptura amorosa muy dolorosa puede sentir ansiedad cada vez que una pareja se retrasa en responder un mensaje.
- Una persona que perdió a un ser querido puede experimentar tristeza cada vez que llega una fecha significativa, como un cumpleaños o aniversario.
Si este tema resuena contigo, te invitamos a leer más artículos en nuestro blog y participar en nuestras charlas de manejo del duelo, donde profundizamos en cómo sanar y reencontrarte con tu bienestar emocional. Si quieres más información, escríbenos en los comentarios.
Bibliografía
• Freud, S. (1914). Recordar, repetir y reelaborar. Obras completas, Vol. XII.
• Laplanche, J., & Pontalis, J.-B. (2004). Diccionario de psicoanálisis. Paidós.
• Kaës, R. (2009). El aparato psíquico grupal. Amorrortu.
Autor: Psi. Lency Ríos - Magister en Psicología y Salud Mental. Para Grupo Resurgir - Agosto de 2025.